Si buscas una escapada diferente, de esas que se quedan contigo mucho después de volver, apunta Ljubljana en la lista. La capital de Eslovenia es pequeña, pero tiene ese punto justo de vida, historia y paisajes que te engancha desde el primer paseo. En 48 horas puedes empaparte de su ambiente tranquilo, probar su comida, perderte entre callejuelas y asomarte a la naturaleza que la rodea. Aquí no hay postureo: te cuento cómo exprimir Ljubljana en dos días reales, sin prisas ni estrés, pero sin perderte lo mejor.
Cómo llegar a Ljubljana y moverte por la ciudad
Lo más sencillo es volar al aeropuerto de Ljubljana (Aeropuerto Jože Pučnik), que está a unos 25 minutos del centro. Desde allí, tienes buses directos (unos 4€) o puedes pillar un taxi o transfer privado, que sale por unos 30€. Si llegas en tren desde ciudades cercanas como Viena, Zagreb o Venecia, la estación principal está a un paseo del centro histórico.
Olvídate del coche: el centro de Ljubljana es peatonal y se recorre andando. Si te apetece moverte más rápido, hay bicis públicas (BicikeLJ) y buses urbanos. Para trayectos cortos, el taxi o Uber funcionan bien y no son caros. Consejo: lleva siempre algo de efectivo, aunque la mayoría de sitios aceptan tarjeta.
Qué ver en Ljubljana en dos días: ruta imprescindible
En 48 horas te da tiempo a saborear la ciudad sin correr. Aquí va una ruta realista, con paradas que merecen la pena y rincones que no salen en todas las guías.
Día 1: Centro histórico, castillo y ambiente local
- Puente Triple (Tromostovje): El corazón de la ciudad. Cruza los tres puentes, haz la foto de rigor y quédate un rato viendo el ambiente.
- Plaza Prešeren: Aquí late Ljubljana. La iglesia rosa (Franciscana de la Anunciación) es fotogénica y el punto de encuentro de locales y viajeros.
- Castillo de Ljubljana: Sube andando (15 minutos de cuesta) o en funicular. Las vistas desde la torre merecen la subida. Dentro hay exposiciones, pero lo mejor es el paseo por las murallas y el mirador.
- Mercado Central: Si es sábado, hay mercado de agricultores y puestos de comida local. Prueba la potica (pastel de nueces) o algún embutido típico.
- Barrio de Krakovo: Cruza el río y piérdete por este barrio de huertos urbanos, casitas bajas y arte callejero. Es el lado más auténtico de la ciudad.
Día 2: Museos, parques y el lado moderno
- Metelkova Mesto: Antiguo cuartel reconvertido en centro alternativo. Graffitis, esculturas locas y bares underground. Mejor por la mañana o a media tarde para ver el arte urbano sin jaleo.
- Museo Nacional de Eslovenia: Si te mola la historia, aquí tienes desde artefactos romanos hasta objetos de la Segunda Guerra Mundial.
- Parque Tivoli: El pulmón verde de Ljubljana. Perfecto para un picnic o un paseo tranquilo entre estatuas y jardines.
- Paseo por el río Ljubljanica: Alquila un kayak o súbete a un barco turístico. Ver la ciudad desde el agua es otro rollo.
- Barrio de Trnovo: Cafés con encanto y terrazas junto al río. Ideal para cenar y despedir la escapada con calma.
¿Dónde comer bien en Ljubljana?
La gastronomía eslovena es una mezcla de sabores alpinos, italianos y balcánicos. Si quieres comer bien sin dejarte el sueldo, apunta estos sitios:
- Gostilna Sokol: Platos tradicionales en una taberna con historia. Pide la jota (sopa de alubias y chorizo) o el štruklji (pasta rellena).
- Druga Violina: Cocina local, buen precio y proyecto social. Su terraza en una plaza tranquila es un plus.
- Central Market Street Food: Para algo rápido y callejero, prueba los puestos de comida del mercado central. Hay opciones veganas y sin gluten.
- TOZD Bar: Café, cervezas artesanas y ambiente joven junto al río.
Si eres cafetero, Ljubljana tiene cultura de café: prueba uno en Črno Zrno, una de las mejores cafeterías de especialidad.
Consejos prácticos para visitar Ljubljana en 48 horas
- ¿Cuándo es mejor ir? Primavera y otoño son ideales: menos turistas, clima suave y todo verde. En verano hay más ambiente pero también más gente.
- ¿Hace falta tarjeta turística? La Ljubljana Card incluye transporte, entrada al castillo, museos y crucero por el río. Si piensas visitar varias atracciones, sale a cuenta.
- ¿Dónde alojarse? Lo mejor es dormir en el centro o cerca del río. Hay hostales, apartamentos y hoteles boutique para todos los bolsillos. Si buscas algo diferente, Hostel Celica está en una antigua cárcel y es toda una experiencia.
- ¿Se puede pagar con euros? Sí, Eslovenia está en la eurozona. No tendrás problema con el cambio.
- ¿Hace falta saber esloveno? No, la mayoría de gente habla inglés y son muy amables con los turistas. Aprender a decir “hvala” (gracias) siempre suma puntos.
Excursiones desde Ljubljana: naturaleza a un paso
Si tienes algo de tiempo extra, hay escapadas de un día que merecen mucho la pena:
- Lago Bled: A una hora en bus o tren. El lago, la isla con la iglesia y las montañas de fondo parecen de cuento. Puedes alquilar una barca o dar la vuelta andando (6 km).
- Cueva de Postojna y Castillo de Predjama: Un combo brutal de naturaleza y leyenda. Las cuevas son de las más grandes de Europa y el castillo, incrustado en la roca, es de película.
- Valle de Logar: Si te va el senderismo y los paisajes alpinos, alquila un coche y piérdete entre prados y cascadas.
Preguntas frecuentes sobre Ljubljana en 48 horas
- ¿Es seguro viajar solo a Ljubljana? Sí, es una de las capitales más seguras de Europa. Solo precaución habitual en zonas turísticas y por la noche.
- ¿Hace falta reservar restaurantes? No suele ser necesario, salvo en temporada alta o fines de semana en locales muy populares.
- ¿Se puede recorrer Ljubljana en bici? Totalmente. Es una ciudad plana y con carriles bici. El sistema público es barato y fácil de usar.
- ¿Qué souvenirs merece la pena comprar? Miel eslovena, cerámica pintada a mano, salchichas kranjska y licores de frutas.
- ¿Hay vida nocturna? Sí, pero tranquila. Bares junto al río, terrazas y algún club alternativo en Metelkova. No esperes macrofiestas, pero sí buen ambiente.
En resumen: Ljubljana es de esas ciudades que no necesitan grandes monumentos para conquistarte. En 48 horas puedes descubrir su esencia, probar su comida, charlar con locales y darte el lujo de sentirte parte de la ciudad. Si buscas un destino con alma, aquí tienes uno de verdad.