Si tienes cuatro días para descubrir Bangkok, prepárate para una ciudad que es puro contraste: templos dorados junto a rascacielos, mercados flotantes y callejeros, canales caóticos y rincones de paz. Aquí no hay tiempo para el aburrimiento ni para el postureo: te cuento cómo aprovechar al máximo cada jornada, sin agobios y yendo a lo auténtico, para que vuelvas con historias de verdad y no solo fotos de postal.
Cómo moverse por Bangkok sin perder la paciencia
El tráfico en Bangkok es legendario, pero moverse no tiene por qué ser un suplicio. Lo más práctico es combinar el Skytrain (BTS), el metro (MRT) y los barcos del río Chao Phraya. Para llegar a los templos y el Gran Palacio, el barco turístico (Chao Phraya Express Boat) es rápido y barato. Para los mercados y barrios modernos, el BTS te lleva volando por encima del atasco. Y si te atreves, un tuk-tuk para trayectos cortos (regatea siempre, y con una sonrisa). Olvídate del coche de alquiler y usa la app Grab si necesitas taxi fiable.
Día 1: Templos imprescindibles y el Gran Palacio
Empieza fuerte. El Gran Palacio es el corazón de la ciudad y la joya de la corona tailandesa. Llega pronto, sobre las 8:30, para evitar colas y el calor asfixiante. Dentro te espera el Buda Esmeralda y una explosión de dorados y mosaicos. Viste con pantalón largo y hombros cubiertos, o te tocará alquilar ropa en la entrada.
Sigue con el Wat Pho, a solo 10 minutos andando. Aquí está el famoso Buda Reclinado, de 46 metros, y uno de los mejores masajes tradicionales de la ciudad. Si te queda energía, cruza el río en barca (3 bahts) y visita el Wat Arun, el Templo del Amanecer. Sube sus empinadas escaleras para tener una de las mejores vistas de Bangkok.
Día 2: Mercados locales y el Bangkok más callejero
Si es fin de semana, el Chatuchak Market es un must: más de 8.000 puestos donde se vende de todo, desde ropa vintage a comida callejera que te hará replantearte la dieta. Ve temprano (abre a las 9:00) y piérdete sin miedo. Si buscas algo más auténtico y menos turístico, asómate al mercado de Wang Lang, junto al hospital Siriraj: perfecto para probar platos locales y ver la vida tailandesa sin filtros.
Por la tarde, date una vuelta por Chinatown (Yaowarat). Aquí la vida es un espectáculo: farolillos, templos escondidos y una oferta de street food brutal. Atrévete con los dim sum, los rollitos de pato o el mítico mango sticky rice. Si te animas, cierra el día en el mercado nocturno de Patpong (sí, ese famoso por su vida nocturna), aunque es más para curiosear que para comprar en serio.
Día 3: Canales de Thonburi y la Bangkok más tradicional
Bangkok era conocida como la “Venecia de Asia” por sus canales. Hoy quedan menos, pero un paseo en longtail boat por los klongs de Thonburi es un viaje al pasado. Puedes contratarlo en los muelles de Tha Chang o Tha Tien: negocia el precio (unos 800-1.000 bahts por una hora) y pide que te lleven por los canales menos turísticos, donde verás casas de madera, templos escondidos y mercados flotantes de verdad.
Después, explora el barrio de Thonburi a pie. El Wat Paknam, con su Buda gigante y su cúpula de cristal, es poco conocido y espectacular. Si te apetece algo diferente, visita el Artist’s House (Baan Silapin), una casa tradicional con marionetas, arte y un café junto al canal. Aquí el ritmo baja y el Bangkok más auténtico se deja ver.
Día 4: Modernidad, compras y rooftops con vistas
Para el último día, toca mezclar modernidad y relax. Empieza en el Lumpini Park, el pulmón verde de la ciudad, donde puedes ver a los lagartos varanos paseando entre runners y abuelos haciendo tai chi. Después, lánzate a explorar los centros comerciales más locos de Asia: MBK para gadgets y souvenirs, Siam Paragon para flipar con el lujo, y Terminal 21 para fotos curiosas (cada planta es una ciudad diferente).
Por la tarde, sube a uno de los rooftops míticos. El Sky Bar en Lebua State Tower (el de la peli “Resacón en Tailandia”) es caro pero tiene vistas de infarto. Si buscas algo más relajado y menos turístico, el Octave Rooftop Bar en Sukhumvit es ideal para ver el atardecer con una cerveza fría. Ojo al dress code: nada de chanclas ni camisetas de tirantes.
Consejos prácticos para un viaje redondo a Bangkok
El calor y la humedad son intensos, así que lleva siempre agua, ropa ligera y protección solar. Usa repelente de mosquitos, sobre todo al atardecer. Ojo con los timos: si alguien te dice que el Palacio está cerrado, no le hagas caso. Mejor compra entradas oficiales y pregunta en los puntos de información.
La comida callejera es segura si ves que hay cola y el sitio está limpio. Prueba el pad thai, el som tam (ensalada de papaya) y los zumos naturales, pero evita el hielo fuera de restaurantes grandes. Para cambiar dinero, las casas de cambio SuperRich suelen dar mejor tasa que los bancos.
Preguntas frecuentes sobre qué hacer en Bangkok en 4 días
¿Cuánto cuesta viajar por Bangkok?
Bangkok es muy asequible: puedes comer por 2-3 euros en la calle, moverte en transporte público por menos de 1 euro y dormir desde 15-20 euros la noche en guesthouses decentes. Las entradas a templos y el Gran Palacio rondan los 5-15 euros.
¿Es Bangkok seguro para viajar solo?
Sí, es una ciudad muy segura. Solo hay que tener precaución con los carteristas en zonas turísticas y evitar los taxis sin taxímetro. Por la noche, mejor moverse en grupo o en taxi/Grab.
¿Dónde alojarse para aprovechar el tiempo?
Las zonas de Silom, Siam y Riverside son perfectas para moverse rápido y tener todo a mano. Khao San Road es barata y animada, pero ruidosa. Sukhumvit es moderna y bien conectada, ideal si quieres vida nocturna y restaurantes internacionales.
¿Merece la pena hacer excursiones de un día desde Bangkok?
Si tienes tiempo extra, Ayutthaya (antigua capital) es la excursión estrella: ruinas impresionantes a una hora en tren. El mercado flotante de Damnoen Saduak es famoso, pero muy turístico; mejor el de Amphawa, más local y con luciérnagas al anochecer.
Cuatro días en Bangkok dan para mucho si vas a lo esencial y te dejas llevar por el ritmo de la ciudad. Olvídate del estrés, prueba cosas nuevas y guarda espacio en la mochila para los recuerdos. Bangkok engancha, y siempre te deja con ganas de volver.