Sentirse solo durante un viaje es más común de lo que parece, sobre todo cuando uno se lanza a la aventura en solitario o aterriza en un sitio nuevo donde no conoce a nadie. No es ningún drama, ni mucho menos una señal de que lo estés haciendo mal: viajar solo puede ser brutal, pero también tiene sus momentos de bajón. Si alguna vez te has preguntado cómo manejar esa sensación de soledad viajera, aquí tienes una guía realista, llena de trucos prácticos y consejos de esos que funcionan de verdad, para que la próxima vez que te asalte la morriña sepas cómo darle la vuelta y convertir tu viaje en una experiencia aún más auténtica.
¿Por qué nos sentimos solos viajando?
Lo primero: sentirte solo al viajar no significa que hayas cometido un error. A veces, la distancia de casa, los cambios de idioma, las costumbres distintas o simplemente el hecho de no compartir cada momento con alguien cercano pueden hacer que la soledad asome. Especialmente en lugares como Berlín, Tokio o Buenos Aires, donde la vida va a mil y tú acabas de aterrizar, es normal sentirte un poco fuera de lugar. Incluso en destinos más rurales, como la Ribeira Sacra gallega o los pueblos de la Toscana, la tranquilidad puede volverse demasiado silenciosa si no la sabes llenar.
Cómo combatir la soledad en un viaje: trucos que sí funcionan
La clave está en no quedarse parado esperando que la compañía caiga del cielo. Aquí van varias ideas que, te lo aseguro, funcionan en cualquier parte del mundo:
Únete a rutas y actividades locales
Las excursiones organizadas, tours gratuitos (los famosos free tours) o talleres de cocina local son un imán para viajeros que también buscan compañía. En ciudades como Lisboa, Granada o Praga, los grupos suelen ser pequeños y el ambiente distendido. No hace falta que seas el alma de la fiesta: basta con presentarte, preguntar de dónde es la gente y dejarte llevar. Muchas veces, de una conversación tonta sale un plan para cenar juntos o descubrir un rincón nuevo.
El poder de los hostels y alojamientos compartidos
Si te notas bajo de ánimos, plantéate cambiar de alojamiento. Los hostels, sobre todo los que organizan cenas, clases de idioma o actividades en grupo, son perfectos para conocer a otros viajeros. En sitios como el Hostel One en Barcelona o los hostels de Budapest, es raro no acabar compartiendo una cerveza y una buena charla. Si prefieres algo más tranquilo, busca guesthouses familiares o bed & breakfast donde los anfitriones se impliquen.
Apps y webs para conectar con otros viajeros
Hoy en día, hay aplicaciones como Meetup, Couchsurfing o incluso grupos de Facebook específicos para viajeros en cada ciudad. Puedes apuntarte a quedadas, rutas gastronómicas o simplemente proponer un café. Tinder y Bumble también tienen opciones para buscar amistad, no solo citas. No tengas miedo de lanzarte: la mayoría está en tu misma situación.
Haz voluntariado o intercambio de idiomas
Dedicar unas horas a ayudar en una ONG local, cuidar animales o participar en proyectos de voluntariado te conecta con personas de mentalidad abierta y te da una rutina. Otra opción es apuntarte a intercambios de idiomas en bares o centros culturales, muy habituales en ciudades universitarias como Salamanca, Edimburgo o Cracovia.
¿Y si la soledad no se va? Consejos para aceptarla y sacarle partido
A veces, por mucho que lo intentes, la soledad sigue ahí. No pasa nada. Aprovecha para escucharte: escribe un diario, sal a caminar sin rumbo, disfruta de una cena solo en ese restaurante que te apetece. Viajar solo es una oportunidad brutal para conocerte, para descubrir qué te gusta de verdad y para aprender a estar bien contigo mismo. Muchas de las mejores ideas o decisiones de mi vida han salido de esos ratos de soledad viajera.
Cómo evitar los bajones: rutinas y pequeños placeres
No subestimes el poder de una buena rutina. Aunque estés de viaje, intenta mantener ciertos hábitos: desayuna bien, haz algo de ejercicio (aunque sea caminar por la ciudad), reserva un rato para leer o escuchar música. Busca pequeños placeres: un café en una plaza bonita, un paseo al atardecer, una charla con el camarero del bar. Estos detalles marcan la diferencia y te anclan al presente.
Preguntas frecuentes sobre la soledad viajando
¿Es normal sentirse solo viajando solo?
Totalmente. Incluso los más sociables tienen momentos de bajón. Lo importante es no quedarse encerrado en la habitación: sal, da una vuelta, apúntate a algo, y si necesitas un día de sofá y manta, también es válido.
¿Cómo hago amigos viajando solo?
Sé natural y abierto. Pregunta, sonríe, ofrece hacer una foto a alguien, únete a actividades grupales. No fuerces nada, pero tampoco te cierres: la mayoría de la gente está más dispuesta a conectar de lo que parece.
¿Qué hago si la soledad me supera?
Si ves que la tristeza persiste, habla con alguien de confianza, aunque sea por WhatsApp o videollamada. A veces, compartir lo que sientes es suficiente. Si el bajón es fuerte y duradero, no pasa nada por buscar ayuda profesional, incluso a distancia.
Mi truco personal para los días tontos
Cuando me noto solo en un viaje, suelo hacer dos cosas: primero, escribo una postal (sí, de las de toda la vida) a alguien que aprecio. Segundo, me pierdo por un barrio donde no haya turistas, entro en un bar cualquiera y me pido lo que pidan los locales. Es increíble cómo cambia el ánimo cuando te dejas llevar y te abres a lo inesperado. La soledad, bien gestionada, puede ser la chispa que convierta un viaje normal en una experiencia inolvidable.
Así que si te sientes solo viajando, no te agobies: es parte del camino. Prueba alguno de estos trucos y, sobre todo, date permiso para disfrutar de tu propia compañía. Al final, los mejores recuerdos suelen ser los que no planeaste.