Si te preguntas qué ver en Kioto en otoño, prepárate porque la ciudad japonesa se transforma en un espectáculo de colores que no tiene nada que envidiar al mejor cuadro impresionista. Los templos y jardines de Kioto, con sus arces encendidos en rojo y naranja, son la excusa perfecta para perderte durante días entre historia, naturaleza y rincones con mucha magia. Aquí no vas a encontrar la típica lista de sitios que “hay que ver porque sí”, sino recomendaciones reales de lugares con alma, rutas para disfrutar a tu ritmo y consejos para exprimir cada momento sin sentirte como un turista más del montón.
Los mejores templos para ver el momiji en Kioto
El otoño en Kioto es sinónimo de “momiji”, que es como los japoneses llaman al cambio de color de las hojas del arce. Hay templos que parecen diseñados a propósito para este espectáculo natural. Aquí van mis favoritos:
Kiyomizudera: vistas de postal y ambiente vibrante
Subir hasta Kiyomizudera es casi obligatorio, pero en otoño es aún más especial. El bosque de arces que rodea el templo se incendia en tonos rojos y anaranjados, y desde la terraza principal tienes una panorámica brutal de la ciudad y las montañas teñidas de color. Eso sí, madruga o ve a última hora para esquivar las multitudes. Si puedes, quédate hasta el anochecer: iluminan el templo y el ambiente es mágico.
Eikan-do: el templo del arce japonés
Eikan-do es un secreto a voces entre los locales. Su jardín es famoso por los arces que parecen pintados a mano. Pasear por sus senderos, cruzar el pequeño puente y asomarte al estanque es una experiencia de esas que se te quedan grabadas. Si buscas el mejor sitio para fotos de otoño en Kioto, este es tu templo.
Tofuku-ji: un mar de hojas rojas desde el puente Tsutenkyo
El Tofuku-ji es menos conocido para los turistas, pero en otoño es uno de los mejores lugares de Kioto para ver el momiji. El puente Tsutenkyo cruza un valle repleto de arces y, cuando el sol los atraviesa, parece que todo arde. Llega pronto porque se llena, pero merece cada minuto de espera.
Jardines japoneses que no te puedes perder en otoño
Los jardines de Kioto son pura poesía visual en otoño. Aquí tienes mis favoritos para pasear, relajarte y entender por qué los japoneses adoran esta estación:
Jardín del templo Nanzen-ji: tranquilidad y paisajes de ensueño
Nanzen-ji es mucho más que su impresionante puerta de entrada. Sus jardines son un remanso de paz, ideales para perder la noción del tiempo mientras el suelo se cubre de hojas rojas y doradas. Si buscas un rincón tranquilo en Kioto en otoño, apunta este en tu ruta.
Shosei-en: el jardín secreto cerca de la estación
A dos pasos de la estación central de Kioto tienes Shosei-en, un jardín menos conocido que es un auténtico oasis. Sus estanques, puentes y árboles centenarios crean una atmósfera única, especialmente cuando los arces y ginkgos se visten de otoño. Perfecto para una parada rápida o un picnic improvisado.
Jardines del Palacio Imperial: colores y tradición
El Parque del Palacio Imperial es enorme y en otoño se llena de familias locales paseando entre los árboles. Aquí puedes ver no solo arces, sino también ginkgos que tiñen el suelo de amarillo. Si te apetece vivir el Kioto más auténtico y menos turístico, este parque es una apuesta segura.
Consejos prácticos para disfrutar del otoño en Kioto
Para exprimir de verdad tu viaje, aquí van algunos trucos que me han salvado más de una vez:
- Mejor época para ver los colores del otoño en Kioto: Normalmente, la segunda quincena de noviembre es el momento álgido, pero depende del año. Consulta webs locales como Japan-Guide para saber el estado del follaje (“koyo forecast”).
- Cómo moverse por Kioto: Olvídate del coche. Lo mejor es combinar el bus local (pilla un pase diario) y el tren para llegar a los templos más alejados. Si tienes tiempo, alquilar una bici es una gozada por los caminos entre templos.
- Evita aglomeraciones: Los fines de semana y festivos, Kioto se llena de turistas japoneses. Si puedes, visita los templos entre semana y a primera hora o al atardecer.
- Reserva alojamiento con antelación: El otoño es temporada alta. Los mejores ryokan y hoteles se agotan rápido, sobre todo cerca de Higashiyama y Arashiyama.
- Prueba la gastronomía de temporada: No te vayas sin probar platos típicos como el yudofu (tofu caliente) o dulces de castaña. Los mercados locales como Nishiki-ichiba son un festín para los sentidos.
¿Merece la pena visitar Arashiyama en otoño?
Arashiyama es otro de los grandes clásicos de Kioto, famoso por su bosque de bambú, pero en otoño el principal reclamo son sus montañas cubiertas de arces. El puente Togetsukyo ofrece unas vistas espectaculares y el paseo por los jardines del templo Tenryu-ji es imprescindible. Si te animas, sube al parque de los monos Iwatayama: las vistas de Kioto desde arriba, con todo el valle teñido de rojo, son brutales.
Preguntas frecuentes sobre el otoño en Kioto
- ¿Cuánto dura el otoño en Kioto? Suele empezar a mediados de octubre y se alarga hasta principios de diciembre, pero el pico de color es a finales de noviembre.
- ¿Hace frío en Kioto en otoño? Por el día se está bien, entre 12 y 20 grados, pero al caer la tarde refresca. Lleva una chaqueta ligera y calzado cómodo para caminar.
- ¿Se pueden visitar todos los templos en la misma escapada? Imposible. Mejor elige 3-4 templos y jardines por día y disfruta sin prisas. Kioto es para saborearla, no para tachar sitios de una lista.
- ¿Hay eventos especiales en otoño? Sí, muchos templos organizan iluminaciones nocturnas (“light-up”) y conciertos de música tradicional. Compra las entradas con antelación porque vuelan.
Ruta recomendada para un día perfecto de otoño en Kioto
Si solo tienes un día y quieres exprimirlo, te propongo este plan: empieza en Kiyomizudera al amanecer, sigue por Sannenzaka y Ninenzaka (calles tradicionales que en otoño son una postal), visita Eikan-do a media mañana, come cerca de Nanzen-ji y pasea por sus jardines. Por la tarde, date un salto a Tofuku-ji para acabar el día viendo el atardecer desde el puente Tsutenkyo. Si te queda energía, busca una iluminación nocturna y termina con una cena de temporada. Así, sin postureo y con el otoño de Kioto grabado en la retina.