Si alguna vez has soñado con recorrer Estados Unidos a tu aire, sentir el asfalto bajo las ruedas y perderte en paisajes de película, la Ruta 66 es tu viaje. No es solo una carretera: es un pedazo de historia americana, una aventura entre moteles vintage, gasolineras con encanto y pueblos donde el tiempo parece haberse parado. Aquí te cuento cómo organizar tu ruta por la Ruta 66, qué ver en cada tramo, consejos de viajero real y todo lo que necesitas saber para que tu roadtrip sea inolvidable, sin postureo ni complicaciones.
¿Por dónde empieza y termina la Ruta 66?
La Ruta 66 original va desde Chicago (Illinois) hasta Santa Mónica (California), cruzando ocho estados y más de 3.900 kilómetros de paisajes cambiantes. El punto de partida clásico es el cartel en Adams Street, en pleno downtown de Chicago. El final, el mítico letrero en el muelle de Santa Mónica, con el Pacífico de fondo. Puedes hacerla en ambos sentidos, pero lo habitual es ir de este a oeste, siguiendo el espíritu de los pioneros.
¿Cuántos días necesitas para recorrer la Ruta 66?
La pregunta del millón. Lo ideal son entre dos y tres semanas para saborearla sin prisas, aunque hay quien la hace en 10 días a ritmo de rally. Mi consejo: si puedes, reserva al menos 15 días. Así podrás parar en los pueblos auténticos, visitar parques nacionales cercanos y no acabar odiando el coche. La Ruta 66 no es para ir con prisa.
¿Cuál es el mejor itinerario por la Ruta 66?
Te comparto un itinerario realista, con paradas imprescindibles y algún desvío que merece la pena:
- Chicago (Illinois): arranca fuerte con un desayuno en Lou Mitchell’s y hazte la foto en el cartel del inicio.
- Springfield (Illinois): ciudad de Lincoln y moteles históricos como el Cozy Dog Drive In.
- St. Louis (Misuri): el Gateway Arch y el ambiente sureño ya empiezan a notarse.
- Tulsa y Oklahoma City (Oklahoma): carretera, neones y museos dedicados a la ruta.
- Amarillo (Texas): el Cadillac Ranch y las carnes más bestias que probarás.
- Santa Fe y Albuquerque (Nuevo México): desvíate para ver la arquitectura adobe y el ambiente artístico.
- Flagstaff y Williams (Arizona): base perfecta para visitar el Gran Cañón (imprescindible el desvío).
- Kingman y Seligman (Arizona): el tramo más kitsch y auténtico de la ruta, con moteles de película.
- Barstow y San Bernardino (California): el desierto californiano y los últimos kilómetros antes de la costa.
- Santa Mónica (California): la meta, con atardecer en el muelle y baño en el Pacífico.
¿Qué ver y hacer en la Ruta 66? Paradas que no te puedes perder
La Ruta 66 está llena de lugares curiosos y escenarios de película. Apunta estos imprescindibles:
- El museo de la Ruta 66 en Pontiac (Illinois): para empaparte de historia nada más empezar.
- Calle principal de Seligman (Arizona): el pueblo que inspiró la película Cars, con barberías y diners de los años 50.
- Cadillac Ranch (Amarillo, Texas): arte pop en mitad del campo, con Cadillacs semienterrados que puedes grafitear.
- Wigwam Motel (Holbrook, Arizona): dormir en un tipi de cemento, experiencia friki donde las haya.
- Petrified Forest National Park (Arizona): bosque petrificado y paisajes lunares, justo al lado de la carretera.
- Blue Whale of Catoosa (Oklahoma): una ballena azul gigante en un estanque, parada surrealista y fotogénica.
- El Gran Cañón (Arizona): aunque no está en la ruta oficial, desviarse es obligatorio. Merece cada kilómetro extra.
¿Dónde dormir en la Ruta 66? Moteles auténticos y alojamientos con encanto
Olvídate de las grandes cadenas y lánzate a probar los moteles clásicos, con neones y carteles retro. Algunos de mis favoritos:
- Blue Swallow Motel (Tucumcari, Nuevo México): icono de la ruta, con garajes individuales y decoración vintage.
- El Rancho Hotel (Gallup, Nuevo México): antiguo refugio de estrellas de Hollywood, con ambiente western.
- Wigwam Motel (Holbrook, Arizona): dormir en un tipi es de las cosas más originales que puedes hacer.
- Motel Safari (Tucumcari, NM): renovado pero fiel al espíritu de los años 60.
Reserva con antelación si viajas en temporada alta, sobre todo en los moteles míticos. Si buscas algo más especial, en Santa Fe y Santa Mónica hay hoteles boutique con mucho rollo.
¿Cómo alquilar coche para la Ruta 66? Consejos y trucos
El coche es tu mejor compañero. Si quieres vivir la experiencia al máximo, alquila un coche americano clásico (un Mustang descapotable siempre suma puntos), aunque cualquier coche cómodo y espacioso sirve. Ojo con el kilometraje: busca alquileres con millas ilimitadas. Lo más práctico es recoger el coche en Chicago y devolverlo en Los Ángeles, pero esto suele tener recargo por “one way”. Compara precios entre grandes compañías (Hertz, Alamo, Avis) y revisa bien el seguro.
Si viajas en grupo, un SUV o una furgoneta camper puede salirte a cuenta y te da más libertad. Y no te olvides del GPS (aunque llevar algún mapa de papel nunca está de más, que hay tramos sin cobertura).
¿Cuándo es la mejor época para hacer la Ruta 66?
La primavera (abril-junio) y el otoño (septiembre-octubre) son las mejores épocas para recorrer la Ruta 66: temperaturas suaves, menos turistas y paisajes a tope de color. En verano hay más ambiente, pero también calor extremo en zonas como Arizona y California. En invierno, algunos tramos pueden estar nevados o cerrados, sobre todo en el Midwest.
¿Cuánto cuesta hacer la Ruta 66? Presupuesto realista
El presupuesto depende de tu ritmo y el tipo de alojamiento, pero para que te hagas una idea:
- Alquiler de coche: desde 700 a 1.200 euros por dos semanas, según modelo y seguro.
- Gasolina: calcula unos 350-500 euros para todo el trayecto.
- Alojamiento: moteles clásicos desde 60-100 euros/noche.
- Comidas: entre 15 y 30 euros por persona y día, si alternas diners y algo de supermercado.
- Entradas y extras: añade unos 100-200 euros para parques nacionales, museos y caprichos varios.
En total, un viaje de dos semanas por la Ruta 66 puede salirte por unos 2.000-2.500 euros por persona, compartiendo coche y habitación. Si vas solo, sube un poco más.
Consejos prácticos para tu viaje por la Ruta 66
- Planifica solo lo justo: deja hueco para improvisar y descubrir sitios inesperados.
- Lleva efectivo: en pueblos pequeños aún hay sitios que no aceptan tarjeta.
- Desayuna fuerte y prueba los diners de carretera: pancakes, huevos y café de filtro son tu gasolina.
- Haz playlist con clásicos americanos: el viaje se disfruta más con la banda sonora adecuada.
- Haz paradas cada dos horas: la carretera cansa más de lo que parece y hay mucho que ver.
- No te obsesiones con seguir la ruta al pie de la letra: algunos tramos originales ya no existen, y los desvíos suelen merecer la pena.
- Hazte con una app tipo Roadtrippers o consultando foros de viajeros: siempre hay algún rincón secreto que no sale en las guías.
Preguntas frecuentes sobre la Ruta 66
¿Es seguro viajar por la Ruta 66?
Sí, es una ruta segura si tomas las precauciones normales: no dejes objetos a la vista en el coche, respeta los límites de velocidad y, si puedes, evita conducir de noche por tramos muy despoblados.
¿Se puede hacer la Ruta 66 en moto o autocaravana?
Por supuesto. La moto es un clásico (Harley Davidson, si puedes permitírtelo), y la autocaravana te da libertad total. Eso sí, infórmate bien sobre las áreas de servicio y aparcamiento, sobre todo en ciudades grandes.
¿Hace falta visado para Estados Unidos?
Si tienes pasaporte español, solo necesitas el ESTA (autorización electrónica), que se tramita online. Hazlo con tiempo y ojo con las webs fraudulentas: la oficial es la del gobierno de EE. UU.
¿Merece la pena la Ruta 66? Opinión de viajero
La Ruta 66 es mucho más que una carretera: es nostalgia, aventura y libertad. No es el viaje más rápido ni el más cómodo, pero sí uno de los más auténticos que puedes hacer. Si te gustan las historias, los paisajes infinitos y las sorpresas en cada curva, la Ruta 66 te va a enganchar. No esperes lujo ni postureo: aquí lo que cuenta es el camino, la gente que conoces y los recuerdos que te llevas. Así que ponte la gorra, sube el volumen y lánzate a la carretera. Nos vemos en algún diner de la ruta, amigo.