Qué ver en Picos de Europa en 3 días

Si tienes tres días para descubrir los Picos de Europa, prepárate para una escapada de las que dejan huella. Esta joya natural entre Asturias, Cantabria y León es mucho más que montañas: es desfiladeros de vértigo, pueblos auténticos, rutas con historia y gastronomía de la buena. Aquí no hay tiempo que perder, así que te cuento cómo exprimir cada jornada, qué rutas merecen la pena y dónde parar para saborear lo mejor de la zona. Olvídate de las visitas exprés y los tópicos: aquí vas a vivir los Picos de Europa de verdad, con consejos prácticos y rincones que no salen en todas las guías.

Ruta imprescindible: de Covadonga a los Lagos

El viaje arranca fuerte. El Santuario de Covadonga es mucho más que un icono asturiano: la cueva, la basílica y el entorno son de esos lugares que hay que ver al menos una vez en la vida. Pero lo que realmente impresiona es subir desde aquí hasta los Lagos de Covadonga. Si puedes, madruga para evitar las restricciones de acceso en temporada alta y las hordas de turistas. El Lago Enol y el Lago Ercina son el escenario perfecto para una ruta a pie sencilla pero espectacular, como la que va hasta el Mirador de Entrelagos o el Refugio de Vegarredonda.

¿Merece la pena quedarse por la tarde? Sin duda. Si te animas, acércate a Cangas de Onís, prueba el queso de Gamonéu y cruza su famoso puente romano. Si buscas una experiencia más local, pregunta por alguna quesería cercana o una sidrería auténtica. En los alrededores hay rutas cortas ideales para estirar las piernas antes de cenar.

Desfiladero de la Hermida y Potes: el corazón cántabro de los Picos

El segundo día toca adentrarse en Cantabria por la N-621, una carretera de montaña que es puro espectáculo. El Desfiladero de la Hermida es uno de esos sitios donde apetece parar cada dos por tres para hacer fotos. Si tienes tiempo, date un chapuzón en las pozas del río Deva o relájate en el balneario de La Hermida.

La siguiente parada es Potes, uno de los pueblos más bonitos de Cantabria. Pasea por su casco antiguo, sube a la Torre del Infantado y déjate caer por el mercado si coincide en sábado. Para comer, apuesta por un cocido lebaniego o un buen plato de cecina. Desde aquí, la subida al Monasterio de Santo Toribio de Liébana es corta y merece la pena, sobre todo por las vistas y la tranquilidad. Si te animas a caminar, la Ruta del Cares desde Caín o Poncebos es una de las mejores excursiones de los Picos de Europa, aunque requiere algo de planificación y no es circular.

Teleférico de Fuente Dé y ruta por el Macizo Central

El tercer día es para los amantes de la montaña en estado puro. El teleférico de Fuente Dé te sube en cuatro minutos a 1.823 metros, y desde arriba tienes varias opciones: desde rutas sencillas hasta caminatas de alta montaña como la subida a Horcados Rojos o el Collado de la Canalona. Si no eres muy de andar, solo asomarte al mirador ya impresiona. Lleva ropa de abrigo, aunque sea verano, porque el tiempo aquí arriba cambia en un suspiro.

De bajada, puedes parar en Espinama o en algún pueblo de la zona para reponer fuerzas. Si te gusta el queso, busca el Picón Bejes-Tresviso, uno de los más potentes de España. Y si tienes tiempo, acércate a Mogrovejo, un pueblo de postal con apenas cuatro calles y mucho encanto.

Consejos prácticos para organizar tu escapada a Picos de Europa

Moverse por los Picos de Europa no es complicado, pero requiere algo de previsión. La mejor opción es ir en coche propio o de alquiler para poder llegar a todos los rincones sin depender de horarios. Ojo con las carreteras: son estrechas y con muchas curvas, así que tómatelo con calma y disfruta del paisaje.

Si viajas en verano o puentes, reserva alojamiento con antelación, sobre todo en zonas como Cangas de Onís, Potes o cerca de Fuente Dé. Para dormir, hay desde hoteles rurales con encanto hasta albergues de montaña y campings. Si buscas tranquilidad, apuesta por pueblos pequeños como Soto de Sajambre, Arenas de Cabrales o Espinama.

En cuanto a la comida, aquí se come bien casi en cualquier sitio, pero evita los restaurantes de menú turístico en las zonas más masificadas. Pregunta a los locales, busca sidrerías auténticas y no te vayas sin probar fabada, cabrito y los quesos de la zona.

Preguntas frecuentes sobre los Picos de Europa en tres días

¿Cuál es la mejor época para visitar los Picos de Europa?

Primavera y otoño son ideales por el clima suave y la menor afluencia de turistas. El verano es espectacular, pero hay más gente y algunas rutas pueden estar saturadas. En invierno, solo para quienes buscan nieve y tranquilidad, pero ojo con las carreteras y los accesos a los lagos.

¿Se pueden hacer rutas fáciles en los Picos de Europa?

Sí, hay rutas sencillas como el paseo entre los Lagos de Covadonga, la senda del Cares (puedes hacer solo un tramo), o el camino hasta el mirador de Fuente Dé. Si no eres senderista experimentado, consulta siempre el estado de los caminos y lleva calzado adecuado.

¿Hace falta reservar el teleférico de Fuente Dé?

En temporada alta es muy recomendable reservar online para evitar colas eternas. Si vas fuera de temporada, normalmente no tendrás problema, pero conviene consultar horarios y previsión meteorológica antes de subir.

¿Dónde dormir en los Picos de Europa?

Depende de la ruta que quieras hacer. Cangas de Onís es perfecto para explorar la zona asturiana; Potes es el centro del lado cántabro; Espinama o Posada de Valdeón son buenas opciones para rutas de montaña. Si buscas algo más auténtico, hay aldeas pequeñas con alojamientos rurales que son una pasada.

Plan de 3 días para descubrir los Picos de Europa sin perderte lo esencial

Día 1: Covadonga, Lagos de Covadonga, paseo y comida en Cangas de Onís.
Día 2: Desfiladero de la Hermida, Potes, Monasterio de Santo Toribio y, si tienes fuerzas, un tramo de la Ruta del Cares.
Día 3: Teleférico de Fuente Dé, ruta por el Macizo Central y visita a pueblos como Espinama o Mogrovejo.

Tres días en los Picos de Europa dan para mucho si sabes cómo organizarte. Lleva ropa cómoda, reserva con antelación y, sobre todo, déjate llevar por el ritmo de la montaña. Aquí no hace falta postureo: lo que ves es real, y lo que vives se queda contigo mucho tiempo después de volver a casa.

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