Si tienes tres días para descubrir Palma de Mallorca y quieres exprimirla de verdad, olvídate de los tópicos de playa y mojito. Esta ciudad tiene historia, arte, rincones con carácter y una vida local que engancha. Te propongo una ruta cultural por Palma, pensada para viajeros curiosos, donde cada jornada tiene un poco de todo: monumentos que cuentan historias, barrios con encanto, mercados auténticos y planes que solo conocen los que se salen del circuito típico. Aquí va mi guía personal para saborear Palma de Mallorca en 3 días, sin prisas y sin postureo.
Día 1: Centro histórico y los imprescindibles de Palma
Empieza la aventura en el corazón de Palma: el casco antiguo. Madruga un poco y desayuna en alguna cafetería de la Plaça Major, como el clásico Bar Bosch, donde el café y la ensaimada saben a gloria. Desde aquí, lánzate a perderte por las callejuelas empedradas, que son puro Mediterráneo y esconden siglos de historia.
La primera parada obligatoria es la Catedral de Santa María de Palma, conocida como La Seu. Su fachada gótica impresiona desde fuera, pero el interior es otro nivel: fíjate en la intervención de Gaudí y en la espectacular Capilla del Santísimo de Miquel Barceló. Si puedes, sube a las terrazas; las vistas al mar y a la ciudad son brutales y poco conocidas.
Justo al lado tienes el Palacio de la Almudaina, antigua residencia real con una mezcla de estilos árabe y gótico. Merece la pena entrar y pasear por sus patios y jardines, imaginando la vida palaciega de hace siglos.
Después, callejea hacia el Parc de la Mar, ideal para un respiro bajo las palmeras y para hacer fotos de la catedral reflejada en el lago. Si te va el arte contemporáneo, el Museu d’Art Modern i Contemporani Es Baluard está a tiro de piedra y tiene una colección sorprendente, además de una terraza con vistas panorámicas.
Para comer, apuesta por el Mercat de l’Olivar, un mercado local donde puedes tapear, probar productos mallorquines y sentir el pulso de la ciudad. No te pierdas la sobrasada, el queso mahonés y los vinos de la isla.
Por la tarde, explora el barrio de La Lonja y su edificio gótico, que fue el corazón del comercio medieval. Esta zona está llena de bares y terrazas para tomar algo al atardecer. Si te queda energía, piérdete por Santa Catalina, el barrio más alternativo, con galerías, tiendas de autor y ambiente local.
Día 2: Rutas culturales fuera del centro y barrios con alma
Hoy toca descubrir la Palma menos turística y más auténtica. Arranca el día en El Terreno, un barrio bohemio que fue refugio de artistas y escritores. Sube hasta el Castell de Bellver, una fortaleza circular única en Europa. El paseo por el bosque ya merece la pena, pero las vistas de 360º sobre la bahía son la guinda. Dentro, el museo de historia de la ciudad es pequeño pero interesante.
Baja hacia Santa Catalina, el barrio de moda. Aquí el Mercado de Santa Catalina es parada obligatoria: prueba un pa amb oli (pan con aceite, tomate y embutidos locales) y déjate aconsejar por los tenderos. Las calles de este barrio están llenas de murales, tiendas vintage y cafeterías con rollo, perfectas para tomarte un respiro.
Después, acércate al Poble Espanyol, un museo al aire libre donde se reproducen edificios emblemáticos de toda España. Puede sonar a turistada, pero es curioso y te permite ver en un paseo arquitectura de Sevilla, Toledo o Granada sin salir de Mallorca.
Por la tarde, date una vuelta por Sa Gerreria, un barrio que ha resurgido con bares de tapas y ambiente joven. Si te va la cultura alternativa, busca la Fundació Pilar i Joan Miró en Cala Major: el taller original del artista está abierto al público y la visita es muy inspiradora.
Día 3: Museos, rutas modernistas y planes diferentes
El último día es para profundizar en la Palma cultural, con museos poco conocidos y arquitectura que pasa desapercibida. Empieza en el Museo Fundación Juan March, en pleno centro, donde puedes ver obras de Dalí, Miró y Picasso gratis. El edificio modernista es una joya en sí mismo.
Después, recorre la Ruta Modernista de Palma: busca la Can Forteza Rey (en la Plaça del Marquès del Palmer), el Gran Hotel (hoy sede de la Fundación La Caixa) y las fachadas coloridas de la calle Sant Miquel. Si te gusta la fotografía, aquí tienes material para rato.
Haz una parada en el Teatre Principal, el más antiguo de la isla, y si puedes, pilla entradas para alguna función o concierto. A mediodía, come en el Mercado Gastronómico San Juan, en S’Escorxador, un antiguo matadero reconvertido en espacio gourmet con puestos variados y ambiente local.
Para la tarde, te propongo dos opciones: si te apetece relax, pasea por el Jardí del Bisbe, un jardín secreto junto a la catedral, o piérdete por los patios mallorquines del casco antiguo, muchos de ellos abiertos al público. Si prefieres algo más animado, busca alguna exposición temporal en Casal Solleric o Casal Balaguer, dos palacetes convertidos en centros culturales.
Consejos prácticos para moverte y aprovechar Palma al máximo
Palma es una ciudad muy caminable, pero lleva calzado cómodo porque el casco antiguo tiene cuestas y adoquines. Si te alojas fuera del centro, el bus urbano funciona bien y es barato. Para llegar a sitios como el Castillo de Bellver o la Fundación Miró, el taxi es opción rápida si vas justo de tiempo.
Aprovecha los horarios: la mayoría de museos cierran los lunes y abren solo hasta media tarde. Reserva entradas online para la catedral y las terrazas, sobre todo en temporada alta. Si te gusta el tapeo, los jueves por la noche en Sa Gerreria hay “Ruta Martiana”, con tapas y cañas a precios populares en bares de toda la zona.
Por último, no te obsesiones con verlo todo. Palma es para saborearla despacio, sentarte en una terraza, perderte por sus patios y dejar que la ciudad te sorprenda. Si tienes tiempo, escápate a algún pueblo cercano como Valldemossa o Deià, pero si solo tienes tres días, con esta ruta cultural vas servido. ¡Disfruta de la auténtica Palma de Mallorca!