Comer en Marrakech: zocos, especias y platos típicos

Si vas a viajar a Marrakech y te preguntas dónde y qué comer para saborear la ciudad de verdad, olvídate de los restaurantes para turistas y lánzate a la aventura de sus zocos, plazas y callejones. Comer en Marrakech es un viaje en sí mismo: aromas de especias, puestos callejeros que despiertan el hambre incluso a media tarde y platos típicos que cuentan historias de generaciones. Aquí no hay postureo, solo comida auténtica, local y a precios para todos los bolsillos. Te cuento mis sitios favoritos y los trucos que he aprendido para disfrutar de la gastronomía marroquí como un auténtico viajero (y no como un despistado con la guía en la mano).

¿Dónde comer bien y barato en Marrakech?

Si buscas dónde comer barato en Marrakech sin renunciar a la calidad, la respuesta está en la calle. Los puestos de la plaza Jemaa el-Fna son un espectáculo en sí mismos. Por la tarde, decenas de tenderetes montan sus parrillas y ollas gigantes. Aquí puedes probar desde brochetas de cordero hasta harira (la sopa marroquí por excelencia) por menos de 3 euros. Eso sí, fíjate en los puestos donde comen los locales y no tengas miedo de sentarte en mesas compartidas. No esperes manteles ni cubiertos brillantes, pero sí comida casera y un ambiente único.

Otra opción son las snack bar o pequeñas tabernas escondidas en los zocos, como Café des Épices o Chez Chegrouni, donde puedes pedir un tajine de pollo con limón o un cuscús contundente sin que la cuenta se dispare. Si quieres algo rápido, prueba los bocadillos de kefta (carne picada con especias) en pan marroquí, que venden en muchas esquinas del centro.

Platos típicos de Marrakech que tienes que probar sí o sí

La gastronomía de Marrakech es un festival de sabores. Aquí va mi selección de imprescindibles:

  • Tajine: El plato estrella. Hay mil versiones: de cordero con ciruelas, de pollo con limón confitado y aceitunas, o de verduras. Se cocina en cazuela de barro y la carne queda tan tierna que se deshace sola.
  • Cuscús: Tradicionalmente se come los viernes, pero lo encuentras a diario. Sémola de trigo con verduras, garbanzos y carne (pollo o cordero). Es más sabroso de lo que imaginas.
  • Pastilla: Una especie de empanada crujiente rellena de pollo, almendras y especias, espolvoreada con azúcar glas y canela. Dulce y salado en el mismo bocado. Raro pero adictivo.
  • Harira: Sopa contundente de tomate, lentejas, garbanzos y carne. Perfecta para arrancar o para un día de frío.
  • Mechoui: Cordero asado al horno, jugoso y con la piel crujiente. Lo suelen vender por peso en carnicerías de la medina.
  • Chebakia: Dulces de sésamo y miel, típicos del Ramadán pero disponibles todo el año.

No te olvides de acompañar la comida con un té a la menta bien dulce, que aquí se sirve a todas horas y es casi una religión.

¿Es seguro comer en los puestos callejeros de Marrakech?

La pregunta del millón. Yo he comido en decenas de puestos y nunca he tenido problemas, pero hay que aplicar sentido común. Busca sitios concurridos, donde la comida se prepare al momento y los ingredientes estén a la vista. Evita los puestos con comida recalentada o que lleve horas al sol. Si tienes el estómago sensible, empieza por platos cocinados como tajines o harira y ve probando poco a poco. Lleva siempre agua embotellada y, si dudas, pregunta a los locales dónde suelen comer ellos. Son los mejores críticos gastronómicos.

Mercados y zocos: el paraíso de las especias y los productos frescos

Si eres de los que disfruta curioseando mercados, los zocos de Marrakech son un espectáculo. Pasea por el Souk Semmarine y déjate llevar por el olor a comino, canela, jengibre, azafrán y ras el hanout, la mezcla secreta de especias marroquíes. Muchos puestos venden aceitunas de mil colores, frutos secos y fruta fresca (prueba los dátiles y las naranjas, que saben a gloria). Si quieres llevarte un recuerdo, compra especias a granel o un poco de aceite de argán para cocinar en casa.

En los alrededores de la plaza Jemaa el-Fna, hay pequeños mercados donde los locales compran carne, pescado y pan recién hecho. No seas tímido: pregunta, prueba y déjate sorprender. Los vendedores suelen estar encantados de explicarte qué es cada cosa y hasta te invitan a probar algún bocado.

Consejos para comer bien en Marrakech sin caer en trampas para turistas

  • Evita los menús turísticos: Si ves fotos de platos plastificadas en la puerta y camareros que te persiguen con la carta en inglés, huye. Busca sitios con clientela local y cartas en árabe o francés.
  • Pregunta el precio antes de pedir: Especialmente en los puestos de la plaza, pregunta siempre cuánto cuesta cada plato. Así te evitas sorpresas.
  • Comparte platos: Las raciones suelen ser generosas. Pide varios platos para compartir y prueba un poco de todo.
  • No te obsesiones con el alcohol: En la medina es complicado encontrar cerveza o vino, pero en algunos riads y restaurantes internacionales sí sirven. El té a la menta es la mejor alternativa local.
  • Desconfía de lo demasiado barato: Si algo cuesta menos de 1 euro y no sabes qué es, mejor pregunta primero. A veces lo barato sale caro.

Preguntas frecuentes sobre la comida en Marrakech

¿Qué platos típicos pedir si soy vegetariano?

Marrakech es un paraíso para los vegetarianos. Muchos tajines y cuscús se preparan solo con verduras y legumbres. Pide tajine de verduras, cuscús vegetal o ensaladas marroquíes como la zaalouk (berenjena asada) o taktouka (pimientos y tomate). Los puestos de zumos naturales de naranja son otro must.

¿Cuánto cuesta comer en Marrakech?

Comer en Marrakech es barato si evitas los lugares turísticos. Un tajine cuesta entre 3 y 7 euros en restaurantes sencillos, y menos de 3 euros en los puestos de la plaza. Los dulces y el té, alrededor de 1 euro. Si buscas algo más sofisticado, hay restaurantes en la medina donde puedes cenar por 15-20 euros por persona, pero la experiencia callejera es insuperable.

¿Es necesario reservar en restaurantes?

Solo en los sitios más famosos o si quieres cenar en un riad de lujo. En la mayoría de tabernas, zocos y puestos, basta con llegar y sentarse. Eso sí, en horas punta la plaza Jemaa el-Fna se llena, así que ve pronto si no quieres esperar mesa.

¿Cómo pedir la comida si no hablo francés o árabe?

Con gestos, sonrisas y un poco de inglés básico te apañas. Muchos camareros entienden lo esencial y están acostumbrados a turistas. Si tienes dudas, señala el plato que te apetece o pregunta a otros comensales. La gastronomía marroquí se disfruta más cuando te dejas llevar.

En resumen: comer en Marrakech es atreverse a probar, a preguntar, a dejarse llevar por el bullicio y los aromas. Es sentarse en una mesa compartida, brindar con té a la menta y descubrir que, a veces, la mejor guía es tu propio olfato. Así que suelta el mapa, afila el paladar y lánzate a recorrer la ciudad bocado a bocado. ¡Buen viaje y mejor provecho!

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