Si buscas una escapada diferente, de esas que te reconcilian con la naturaleza y te llenan el móvil de fotos auténticas, la comarca de Liébana en Cantabria es un destino que nunca falla. Aquí la montaña manda, los pueblos tienen sabor a historia y los monasterios parecen sacados de una novela. Te cuento cómo organizar una ruta realista para exprimir Liébana sin prisas ni postureos, con consejos de primera mano y paradas que merecen la pena de verdad.
Cómo llegar a la comarca de Liébana y moverse sin complicaciones
Liébana está bien escondida entre los Picos de Europa, pero llegar es más sencillo de lo que parece. Si sales desde Madrid, lo más directo es tirar por la A-67 hasta Potes, la capital de la comarca. Desde Santander hay unas dos horas en coche, y si prefieres el tren, Renfe te deja en Unquera o Torrelavega, pero luego necesitas alquilar coche o tirar de bus hasta Potes. Aviso: el coche es tu mejor aliado para moverte a tu aire y llegar a los rincones más chulos.
Las carreteras son de montaña, con curvas y paisajes que quitan el hipo, así que tómatelo con calma. Si vas en invierno, consulta el estado de los puertos porque puede haber nieve. El aparcamiento en los pueblos suele ser sencillo, salvo en pleno agosto o Semana Santa.
Qué ver en Liébana: paradas imprescindibles
La ruta por Liébana tiene que empezar sí o sí en Potes, un pueblo con calles empedradas, puentes medievales y un ambientazo de tapeo. No dejes de subir a la Torre del Infantado para unas vistas de postal. Desde aquí puedes organizar todas tus excursiones, porque está en el centro de la comarca.
Uno de los grandes tesoros es el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, uno de los lugares santos del cristianismo, famoso por guardar el Lignum Crucis. El entorno es espectacular y la visita, tanto por dentro como por fuera, merece la pena incluso si no eres especialmente religioso. Si puedes, acércate a la Ermita de San Miguel y al mirador de la Viorna, que está a tiro de piedra y regala unas vistas brutales del valle.
Otro rincón que no falla es Mogrovejo, un pueblo que parece congelado en el tiempo y que está declarado conjunto histórico. Pasea entre hórreos y casas de piedra, y si eres de los que buscan fotos con encanto, aquí tienes material de sobra.
Para los amantes de la naturaleza, la Ruta del Cares arranca muy cerca, en Caín (ya en León) o en Poncebos (Asturias), pero desde Liébana puedes hacer rutas más tranquilas como la subida al Teleférico de Fuente Dé. Sube temprano para evitar colas y prepárate para alucinar con el paisaje de los Picos de Europa desde arriba. Si te animas, hay rutas de senderismo para todos los niveles, desde paseos suaves hasta caminatas de vértigo.
Rutas recomendadas para descubrir Liébana a tu ritmo
Si tienes un fin de semana, puedes organizar una ruta circular que toque los puntos clave sin ir a la carrera. Te propongo:
- Día 1: Llegada a Potes, paseo por el casco antiguo y tapeo en la plaza. Por la tarde, visita al Monasterio de Santo Toribio y subida al mirador de la Viorna.
- Día 2: Excursión al teleférico de Fuente Dé. Si tienes ganas, haz la ruta circular de los Puertos de Áliva. Por la tarde, visita a Mogrovejo y parada en algún bar para probar quesucos y orujo.
- Día 3: Ruta en coche por los pueblos de la zona: Camaleño, Cabezón de Liébana y, si vas bien de tiempo, una escapada rápida a la iglesia mozárabe de Santa María de Lebeña. Vuelta a casa con el maletero lleno de recuerdos (y algún queso).
Si tienes más días, puedes acercarte a la zona de Peñarrubia o hacer rutas de senderismo más largas, como la subida al Pico Jano o la Vuelta al Macizo Oriental de los Picos de Europa.
Consejos prácticos para exprimir la experiencia en Liébana
No te vayas sin probar el cocido lebaniego, la especialidad local. Es potente, perfecto para reponer fuerzas tras una caminata. En Potes hay varios restaurantes donde lo bordan, pero reserva si vas en temporada alta.
El clima es de montaña: lleva siempre algo de abrigo y chubasquero, incluso en verano. Las rutas pueden ser exigentes, así que buen calzado y agua en la mochila. Si viajas en otoño, disfrutarás de los bosques teñidos de colores; en primavera, todo está de un verde que parece de mentira.
Para dormir, hay opciones para todos los gustos: desde hoteles rurales con chimenea hasta albergues y apartamentos. Si buscas tranquilidad, alójate en algún pueblo pequeño como Cosgaya o Lon, donde la noche es de verdad silenciosa.
Preguntas frecuentes sobre la ruta por Liébana
¿Cuánto tiempo necesito para ver Liébana?
Un fin de semana largo es ideal para conocer lo básico: Potes, Santo Toribio, Fuente Dé y algún pueblo con encanto. Si quieres hacer rutas de senderismo o explorar a fondo, dedica al menos cuatro o cinco días.
¿Es Liébana un destino para ir con niños?
Sí, y además lo disfrutarán. Hay rutas sencillas, el teleférico les encanta y los pueblos son tranquilos. Eso sí, ojo con las carreteras de montaña y lleva entretenimiento para los trayectos en coche.
¿Se puede visitar Liébana en invierno?
Claro, pero consulta el tiempo antes de salir. Puede haber nieve y algunas rutas estarán cerradas. El ambiente es muy especial, sobre todo si buscas tranquilidad y paisajes nevados.
¿Dónde comprar productos típicos?
En Potes hay tiendas de quesos, orujo y miel. Si quieres algo más auténtico, pregunta en los pueblos pequeños: a veces los propios vecinos venden productos caseros en sus casas o mercadillos.
Un último consejo para tu escapada a Liébana
No corras. Liébana es para saborearla sin reloj, parando en cada mirador y dejando que el paisaje te sorprenda. Aquí la montaña impone su ritmo y los monasterios recuerdan que hay lugares donde el tiempo se detiene. Vuelve con la mochila llena de aire puro, historias y ganas de repetir. Palabra de viajero.